Hoy traigo una entrada muy breve sobre cómo dirigirnos a alguien correctamente a través de Internet; en concreto, sobre cómo contactar con aquellos profesionales cuyos servicios queremos contratar.
Con el auge de las aplicaciones de mensajería instantánea, parece que la netiqueta (como se llamaba a principios de los dosmiles) ha quedado un poco olvidada en favor de esa inmediatez y debido a que damos por hecho que todo el mundo está disponible a la vez que nosotros. Lo que traigo hoy son solo un par de directrices, detalles que mejorarán la comunicación en ambos sentidos y facilitarán el trabajo de quien reciba nuestro mensaje.
- La técnica ‘Íñigo Montoya’. Algo que he visto mencionado por Internet en multitud de ocasiones, con tono jocoso y casi de meme, es: «si tenéis que enviar un correo electrónico a alguien que no conocéis, pensad en Íñigo Montoya». ¿Y eso qué quiere decir? Recordemos la frase más icónica y memorable de este personaje, protagonista de La princesa prometida: «Hola. Mi nombre es Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate para morir». Es el ejemplo perfecto de cómo estructurar un primer mensaje para alguien a quien no conocemos: saludo, presentación, motivo del mensaje y petición. Nos faltaría la despedida, y ya lo tendríamos, no es necesario escribir demasiado ni explayarnos. Por ejemplo:
«Hola, me llamo Estefanía, soy escritora y estoy interesada en tus servicios de corrección. ¿Podrías darme presupuesto para una novela de 500.000 caracteres con espacios? Gracias y un saludo.».
Si quieres preguntar por los servicios de alguien, no empieces la conversación simplemente con «hola, ¿qué tal?» ni otras variantes similares y lo dejes ahí, sin dar más explicaciones; te arriesgas a no recibir respuesta, por muy buenas que sean tus intenciones, porque Internet cada vez es un medio más hostil y puede generar desconfianza. - La espera. Otra cosa que debemos tener en cuenta es que, por norma general, un profesional tiene más tareas que la de responder a los mensajes que le llegan. Tal vez dediquen un tiempo establecido al principio de su jornada a responder correos pendientes, tal vez lo hagan al final; tal vez utilicen su tiempo libre para ello, porque un autónomo nunca descansa. Mi consejo es dar dos o tres días de margen para esa respuesta, aunque les hayamos contactado por alguna red social; si pasado ese tiempo no hemos recibido respuesta, entonces sí, podemos darles un pequeño recordatorio por el mismo canal que les hemos contactado anteriormente, para asegurarnos de que no ha habido ningún error y han recibido nuestro mensaje.
No escribas a las once de la noche y te enfades si esa persona no te responde hasta la mañana siguiente, no llames por teléfono a los cuarenta y cinco minutos de enviar un e-mail porque no te han contestado aún, no respondas airado que «ya es demasiado tarde» si envías un mensaje pidiendo presupuesto un sábado por la noche y no te responden hasta el lunes por la mañana (sí, todo esto me ha pasado a mí). - No, gracias. Si finalmente no te convencen los servicios de dicho profesional por cualquier razón (fechas de entrega, presupuesto…), díselo. No hagas bomba de humo y dejes la conversación a medias en cuanto veas que no vais a seguir trabajando juntos: no solo es de mala educación, sino que dificultas las tareas de organización de agenda de esa persona. Generalmente, esto es algo que se hace por vergüenza, porque «nos sabe mal», pero siempre vamos a quedar mejor con un «no, gracias» que desapareciendo; quienes estamos al otro lado agradecemos saber si podemos contar con ese encargo o no.
Tal vez siga ampliando esta lista conforme se me ocurran más apuntes al respecto, así que ¿qué consideras que falta?